El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

20 marzo 2006

Paradoja



Todos los males son susceptibles de empeorar, como dejaron bien sentenciado las leyes de Murphy, cuyo histórico éxito se debe a la perfecta mezcla de absurdo y de lógica rampante. Con esos dos elementos como sustento, el argumentario de Murphy es aplicable desde hace años a los avatares de la política. En uno de los corolarios de esa famosa ley se explica que «si usted intuye que hay cuatro posibilidades de que una gestión vaya mal y la evita, al momento aparecerá espontáneamente una quinta posibilidad».

Esta concatenación de errores es la que, con toda probabilidad, se ha cernido sobre el viaje de la vicepresidenta del Gobierno a Mozambique. La inmigración y, mucho más, la cruel miseria de Africa es un trozo de tarta siempre apetecible para los labios gruesos de la demagogia. Ese fue el primer error, porque un viaje así, de la forma en la que fue organizado y promocionado, con un coste insultante en comparación con las necesidades de esos países, tiene muchas posibilidades de convertirse en un escarnio inmediato para las muchas organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas católicas, que trabajan en la zona con absoluta precariedad de medios y de apoyo.

Quiere decirse que hay muchas formas de ofender la dignidad de quienes esperan de nosotros una ayuda. No hace mucho, un alto cargo contaba que, en un viaje a Sudamérica, llevaba un pequeño objeto de oro para entregárselo como obsequio a su colega. Al entrar en su despacho, al contemplar la pobreza y la limitación de medios en la que se desenvolvía, apretó en el fondo de su cartera aquel regalo y nunca se lo entregó. «Hubiera sido un insulto, porque en el despacho había pocas cosas con más valor que aquello que yo le iba a entregar como si fuera una baratija», explicaba después.

Sobre Mozambique, con una renta per capita de 210 dólares y una esperanza de vida de 39,3 años en 2001, lo único que sobran son convenciones y grandes reuniones de fin de semana de los países desarrollados, como aquella visita que encabezó la vicepresidenta. Ya sabemos que la miseria es una rata gigante que se pasea por las aceras, ya sabemos que se mueren de hambre y de sida. Lo sabemos y, por eso, de un gobernante se espera la lucidez de un paso más allá. Se espera ejemplo y soluciones. Se espera eficacia, humildad y modestia.

La irritación que provocaba aquella foto de Maputo era la crueldad de ese contraste, no la mofa simplona del portavoz Zaplana. Irritación que se completa hoy cuando se descubre la cruel paradoja de Felipe Ndong, un ciudadano de Guinea que se ha visto maltratado por una de las integrantes del viaje. «Qué paradoja, se va a salvar negros a Africa y maltrata a los negros de su pueblo». Los escorzos de la demagogia son estos. Propios de Murphy. «Si algo puede salir mal, saldrá mal». Y, en ocasiones, hasta se ha merecido.