Pasiones
Dicen los científicos que, en el fondo, no somos más que títeres inconscientes de nuestra propia biología. Seres prepotentes que desconocen que un amor no nace en los confines mágicos del alma sino que se guía, como un lazarillo ciego, por una hormona desconocida. Que nuestras pasiones, nuestras sensaciones, nuestras frustraciones no se desatan a partir de un pellizco en el estómago porque todo está programado por una reacción química. Dicen que es así, pero sólo se refieren al amor. Y la ciencia debería avanzar más. Otros campos, otras pasiones. Que del amor ya sabemos demasiado.
Existen, por ejemplo, interesantes trabajos científicos que establecen la fecha de caducidad de la
pasión (entre un año y medio y tres años, lo máximo para garantizar la procreación); estudios que marcan los límites de la atracción física (siete años tope, no va más); y, pasadas esas dos primeras fases, se ha calculado incluso el tiempo que dura una relación. Esto último de lo debemos a la oxitocina, una hormona que está presente sobre todo en las mujeres, y que es la que decide si, a partir de que finaliza la pasión y la atracción, la relación de la pareja se estabiliza o, por el contrario, se va al garete. «Este amor no puede durar, no tengo más oxitocina que dar», que dirá el ripio de un bolero del siglo que viene.
En fin, que sabemos ya bien, a pesar de la incredulidad de los románticos y los humanistas, que el amor y la pasión no son sentimientos intangibles sino que se explican y hasta se podrían medir por la cantidad de hormonas que llevamos dentro. Pero, qué ocurre, por ejemplo, con la pasión política. ¿Se debe también a una hormona instalada en la corteza cerebral? Esa es la tarea que tienen por delante por científicos.
Como hipótesis de trabajo, uno se atrevería adelantar que tiene que existir también una hormona que explique la pasión política, la fe en los liderazgos. Una hormona que se imponga a la razón; que se anteponga a la propia evidencia. De otra forma no es posible, porque la segunda explicación dice poco del intelecto.
Ayer mismo realicé el primer trabajo de campo. A un tipo que pasaba por allí, votante convencido, lo coloqué en la tribuna de invitados del Parlamento. Le coloqué delante las fotos del día, de la vicepresidenta del Gobierno moviéndose a ritmo ye-yé en Maputo, y unos recortes con declaraciones sublimes sobre las botellonas y la paridad. En esas llegó Chaves para disertar sobre el término nación. La enésima versión. De todas las expresadas, ahora no se queda con ninguna. Dice que para definir a Andalucía hay que buscar otro concepto, algo que sea menos que nación y más que nacionalidad histórica.
Atención. Esto es un ruego para la comunidad científica: ¿Qué hormona le hace hace soportar al personal esta pesadilla de política? Tiene que existir una oxitocina de la política. De lo contrario, la gente saldría corriendo. Y el tipo de ayer, no lo hizo. Pasiones.
1 Comments:
No sé que le pasa al autor del blog, pero últimamente escribe unas cosas...será la primavera que le altera la sangre.
Lo que me faltaba es que todo esté cientificamente demostrado y más aún hablando de pasiones, sentimientos, amor y sexo.
No negaré que haya estudios sobre estos temas(he leído algunos), pero en realidad no me los creo porque es como creer en los horóscopos, pero sin el como. No se puede generalizar y si la gente cree que la pasión o la atracción física duran máximo 3 y 7 años respectivamente, entonces apaga y vámonos. El problema no está ni en los estudios ni en las pasiones sino en las parejas que no saben mantener viva su relación. Cosa que, por otra parte, no es fácil hacerlo lo reconozco.
De la pasión se pasa a la rutina y ésta es la que mata las relaciones, pero eso es cosa del individuo y de su NO preocupación por evitar que ésta no aparezca y esto se traslada a otros campos de la vida del ser humano.
Rutina política se llama lo que usted critica señor Caraballo y no oxitocina(¡qué vaya nombre!).
Se equivoca al afirmar que del amor ya sabemos demasiado. Es falso. Hay personas que se mueren sin haber amado en su vida y esto es triste.
"No hay nada peor que añorar lo que jamás sucedió"; creo que dice Sabina, no recuerdo bien. Así que menos oxitocina amorosa y política y... ¡a vivir que son dos días, que nos vamos a morir, señores y señoras, que no me creo lo del paraíso!
"Polvo serán, mas polvo enamorado", dice Quevedo en `AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE´. Aunque Borges dice que esta idea se la inspiró a Quevedo una elegía de Propercio. En fin...
Saludos a todos y a todas.
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