Absurdo
Llegó el comandante y mandó callar. Nada más irritante que esta displicencia de algunos políticos cuando dictan la conveniencia de los debates: toca, no toca. Como ahora Griñán con el futuro de las autonomías, lo que le pide a los suyos, militantes y electores, es que ni entren en esas cuestiones: «Es absurdo», asegura. Tan elevado se coloca el presidente de la Junta que tendrá que mirar hacia abajo desde su altura para reconocer a otros presidentes socialistas que sí reclaman reformas del modelo autonómico. Debe ser que ellos sí son absurdos por reclamar que «aprovechemos que el debate está encima de la mesa para que digamos sin miedo qué cosas se pueden corregir del Estado de las Autonomías, con el fin de sacarle el máximo rendimiento y potencialidad» (Fernández Vara). Absurdo, sí. Como Felipe González, que también se ha apuntado a la reflexión, o como el gobernador del Banco de España, que ha pedido reformas legales para aumentar el control del gasto en las autonomías y más transparencia en las cuentas públicas de las regiones y los ayuntamientos. «Un techo de gasto anual y más transparencia». ¿Todo eso? Bah, absurdo. Eso por no hablar del centenar de personas que respaldó el informe de la Fundación Everis: «Es necesario clarificar el modelo autonómico de una manera global, estable y fiable, para evitar ineficiencias e inconsistencias». O la Fundación Faes, que será la que, de verdad, le gustará citar a Griñán, porque no hay nada más rentable para la debilidad ideológica que reconducir los debates a una pelea tribal. Aún así, en la misma línea que todos los anteriores, la Faes de Aznar ha pedido repensar el modelo territorial español para hacerlo más barato, más ágil y más eficiente. «La reciente decisión griega de suprimir las entidades locales de menos de 100.000 habitantes, agrupándolas en corporaciones que superen esa cifra, es una respuesta interesante». No, nada. Cero. Por encima de todos ellos, está Griñán. Ni que sí ni que no, es absurdo. Chiss, de eso ni hablar.
En el informe que presentaron, la Fundación Everis tiene como cita un proverbio asiático. Dice así: «Cuando empieza a soplar el viento, algunos corren a esconderse mientras otros construyen molinos de viento». A Griñán le da igual el viento que pueda soplar porque cualquier reforma que se haga les privaría de algunos de los privilegios actuales de hacer y deshacer a su antojo. Y el objetivo es mantener ese estatus, no construir molinos de viento. El ideal es mantener las baronías autonómicas y aprobar por decreto la estabilidad de más de veinte mil personas contratadas a dedo. El ideal es seguir prejubilando de forma irregular a cientos de personas sin que nadie pueda fiscalizar los setecientos millones de euros empleados. La cuestión es que Canal Sur siga siendo un agujero negro y que el Gobierno andaluz mantenga una de las mayores estructuras de burocracia política de España. ¿Absurdo? Claro, qué van a decir los virreyes del despilfarro.
Etiquetas: Autonomías, Crisis, España
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