Guadalajara 2
No debe ser casual que sean Manuel Chaves y Gaspar Zarrías los dos únicos miembros del Gobierno de la nación que participan activamente en la revuelta contra el Tribunal Supremo. Como suele ocurrir en estos casos, lo normal es que el reparto de papeles esté pactado, preestablecido, de forma que mientras que el presidente del Gobierno rehúsa hacer declaraciones y pide respeto a la independencia de la Justicia, un miembro de su gobierno acude a la algarada contra el poder judicial. Sí, allí estaba en primera fila, sacando pecho, el secretario de Estado Gaspar Zarrías, como unos días antes el vicepresidente Chaves rompió el silencio del Gobierno y arremetió contra “la injusticia” que se comete con Garzón, ese trabalenguas absurdo que tacha de injusticia que un juez se someta a la justicia. Los demás miembros del Gobierno, callados; y ellos dos en primera fila, con la pegatina.
Digo no debe ser casual porque Chaves y Zarrías son los más fieles representantes en el Gobierno del felipismo, incluso por encima de Pérez Rubalcaba. Tienen más pedigrí felipista y para echar a andar una estrategia de acoso al poder judicial como la que han puesto en marcha lo suyo es encomendársela a los especialistas. De Jaén partió la idea, en fin, de la plataforma de apoyo que ha acabado degenerando en el encierro de artistas en la Universidad. ¿Quién mejor que los licenciados en las campañas de agitación y propaganda del felipismo para liderar esta nueva revuelta? Nadie, claro. Además, se trataba sólo de adaptar y repetir lo que ya ocurrió con el procesamiento y condena posterior de José Barrionuevo y José Antonio Vera cuando el juicio de los GAL. Veamos el mecanismo, porque se repite con absoluta identidad. Lo primero, y esencial, consiste en superar la realidad. Es decir, sobre lo ocurrido, ya sea corrupción, prevaricación o secuestros, se edifica una realidad nueva, que siempre es la misma: “La gran derecha, con Aznar y su entorno al frente, organiza una gigantesca y continuada operación política, presionando a jueces y sincronizándola con la prensa afín, sobre todo EL MUNDO, para aprovecharse del triste momento por el que pasamos los socialistas”. La explicación, aunque serviría igual para estos días, pertenece a aquellos años del GAL y la corrupción del felipismo. Lo importante es superar la realidad: ‘Felipe González no perdió las elecciones por la corrupción y el GAL, sino por una campaña orquestada, un golpe de estado mediático’. Ahora, igual: ‘Garzón está procesado porque ha querido investigar el franquismo y los poderes fácticos de España, la gran derecha, lo ha sentado en el banquillo’
Reconvertida la realidad, ya sólo se trata de agitar a la sociedad con actos de rebeldía expresa. El encierro de ahora en la Universidad madrileña es el equivalente a las concentraciones a la puerta de la cárcel de Guadalajara, en la que por supuesto también estaban Manuel Chaves y Gaspar Zarrías, esos dos supervivientes de aquel felipismo. ¿Y realmente sirven para algo? ¿Se va a dejar amedrentar el Poder Judicial por una presión tan grosera, tan chusca? Esas preguntas nos las responde el propio Barrionuevo. ¿Para qué sirvieron las concentraciones en la cárcel de Guadalajara? “Estoy persuadido de que salimos de la cárcel gracias a esa movilización. Porque las cosas cambiaron y el mismo Tribunal Supremo que nos condenó por mayoría, el mismo, los mismos jueces, por unanimidad, propusieron más adelante que nos indultaran, y el Gobierno lo tramitó con una diligencia encomiable”.
Etiquetas: Justicia, Memoria Histórica, Sociedad
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