Náuseas
No se les caerá la cara de vergüenza, no. En este déjà vu del espionaje madrileño que ha devuelto a la actualidad la misma historia, pero con protagonistas cambiados. Con la naturalidad con la que en la política se cambian los discursos, con el cinismo con que en la prensa algunos danzan felices al compás que les van marcando, dirán y defenderán ahora lo contrario que hace unos años cuando el espionaje de las cajas sevillanas. Qué más les da.
Pero no, no se les caerá la cara de vergüenza. Pensé, ingenuo, que no no se atreverían a hablar del espionaje madrileño, pero lo han hecho. No les queda ni el rubor del mutis. Dicen las noticias: «El vicesecretario general del PSOE de Andalucía, Luis Pizarro, exigió hoy al líder del PP-A, Javier Arenas, una actitud firme ante el escándalo social a escala nacional de supuesto espionaje interno entre dirigentes del Partido Popular». Hay que frotarse los ojos, ver para creer. Pizarro, en fin. El principio de Peter de la degeneración política: siempre se puede caer más bajo.
Tampoco se les caerá la cara de vergüenza a aquellos del Partido Popular que, para defenderse, han plagiado las excusas que hace ocho años ofrecieron los dirigentes del PSOE. En vez de dar explicaciones, en vez exigir responsabilidades, en vez de esclarecer hasta el último detalle de los seguimientos, repiten, una tras otra, las mismas palabras que se oyeron en Andalucía hace diez años en boca de Chaves. «Todo es un montaje que acabará en nada». Si los seguimientos han existido, si eso nadie lo discute (tampoco los del PP), cualquiera que en ese partido nada tenga que ver con el espionaje y el juego sucio no encontrará en este escándalo más que una ocasión inmejorable para demostrar que no todo el mundo es igual en política. Que la política no se limita a la estrategia sin escrúpulos, movimientos al son del tambor; ahora defensa ciega, ahora acoso y derribo. Que existe la decencia. Que existen los principios.
No, no se les caerá de vergüenza a aquellos periodistas andaluces que pontificaban cuando el espionaje de las cajas sevillanas, que daban lecciones sobre la investigación periodística, sobre la redacción, sobre los titulares… ¿Cuántas patrañas se hubieron de escuchar? Y ahora resulta que el mismo periódico que daba lecciones de deontología periodística, incurre en todo aquello de lo que falsamente nos culpaba: acusar sin ofrecer pruebas. En el espionaje de las cajas sevillanas, aportamos documentos y testimonios inculpatorios. Jamás han tenido la decencia de admitir que teníamos razón.
Dan náuseas, sí. Pero no cólera, ni ceguera. Es decir: al denunciar el espionaje de Madrid, la prensa cumple con su obligación. Ni la procedencia de la filtración ni el interés del filtrador tienen más interés que la veracidad de la noticia. Si es cierta la denuncia, todo lo demás es complementario. Las convicciones aquí, ya ven, no mudan de acera.
2 Comments:
Esto es un "turnismo" en toda regla: se turnan en las corruptelas, claro.
Intachable argumentación la suya y toda una lección de periodismo que no muerda, aprovechando la ocasión, al otro "bando" mediático; a ese que ahora le denuncia en Madrid lo que en su día obvió en Andalucía. Y, además, que defendiera usted su derecho a hacer lo que hacen como hizo el otro día en la radio discutiendo, incluso, con Casimiro García Abadillo, un peso pesado de su propio periódico, le honra y mucho. Ellos, los del otro bando, digo, los que aplaudieron no necesariamente en privado que Chaves intentara enchironarlo a usted por hacer lo mismo que ahora hacen ellos con tanto derecho como, ay, cinismo, jamás lo harían. (Es lo que tiene la ortodoxia estalinista, claro, de la adolecen, y de qué manera, esos periodistas mamporreros).
Una lección de periodismo. Gracias.
Más indignación me produjo como se ignoró por parte del Sr. Pedro J. Ramírez en la tertulia de la COPE cuando trataron el tema de los espionajes en la Comunidad de Madrid, que en Andalucía dos periodistas de "su" periódico habian estado sentados en el banquillo acusados por el Sr. Chaves por denunciar verazmente el espionaje al Pte. de la Caja De San Fernando.
Indignación: Sentimiento grande de enojo que genera un acto ofensivo o injusto
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