Tedio
«La etapa que se inicia ahora en la crisis estará marcada por el tedio», oigo decir en la radio a uno de los expertos en economía que estos días nos han echado sus vaticinios sobre el nuevo año como cartas del tarot al viento, o así, porque hasta que la crisis no se asiente del todo y comience levemente a remontar, las convulsiones del sistema, como se ha visto, cogen por sorpresa al más célebre de los economistas. Pero lo curioso del vaticinio, de todas formas, es la extraordinaria e interesante relación que establece entre la crisis y el tedio, porque podríamos pensar, desde luego, que una crisis económica como ésta provoca toda clase de sensaciones en la sociedad menos el aburrimiento o el sopor. ¿No son, acaso, la inquietud, la angustia o la incertidumbre damas de compañía de una crisis económica? Y cuando se está inquieto, no cabe el tedio. Ni cuando la angustia o la incertidumbre se hacen un puño en el estómago.
En esas, encuentro un libro de Lars Svendsen, un joven y reputado profesor de filosofía noruego, la «Filosofía del tedio», en la que el tedio se plantea como una de las grandes cuestiones filosóficas que, antes o después, nos vamos a plantear en esta vida. Y aunque no existe un sólotipo de tedio, «gran parte del tedio que nos afecta tiene su origen en la repetición». Es probable, por tanto, que la reiteración de malas noticias económicas acabe provocando tedio; más parados cada mes que se cierra, nuevas empresas en quiebra, caídas en la bolsa, desplome de constructoras… ¿Llegará el día en el que dejen de ser noticias, como hasta ahora? Si llega ese día, sabremos que, en efecto, la crisis se ha convertido en tedio, y lo peor estará por llegar si, a partir de entonces, del tedio pasamos a la apatía. También es una secuencia acostumbrada en la sociedad, hay muchos problemas que impactan cuando se conocen; luego, a medida que aparecen todos los días, se atienden con el ánimo predispuesto, como la lluvia al caer; al final, se llega a un estado en el que esas noticias ya parecen algo pesadas, molestas, y se opta por mirar para otro lado. ¿Caeremos en eso si, como dicen, la crisis española se prolonga y se alarga en forma de ‘ele’? La apatía es un tedio profundo que no tiene sentimientos, «sufrir sin sufrimiento, querer sin voluntad, pensar sin raciocinio», que decía Fernando Pessoa.
Si caemos en eso, nada bueno podremos esperar. Sólo nos salva de la desolación prematura un detalle importante, que el tedio no es uniforme. Los grandes chispazos de la historia han surgido en momentos de tedio. La manzana de Newton, un poner, porque sólo en momentos de tedio dejamos que el pensamiento vuele sólo, sin las ataduras de estar pendientes de algo, concentrados en alguna tarea. Lo cual que, como el tedio se hace inevitable, habrá que ir buscando a Newton.
1 Comments:
Javier mientras aparezca Sir Isaac Newton, entretengamos el tedio con las joyas que sobre la evolución ha publicado Nature. Al fin y al cabo también el Sr. Pte. del Gobierno (andaluz o español, da igual) es una consecuencia de la evolución. Lamentables consecuencias, pero consecuencias al fin y al cabo.
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