Desnudos
La política siempre ha sido un gran espejo de la influencia del sexo en la sociedad y del poder sobrenatural del morbo. Será por la mítica erótica del poder por lo que esas historias siempre alcanzan relieve, aventuras de bragueta que se susurran, comentarios de escotes promulgados, cotilleos de roces insinuados. Aunque se ha querido disfrazar de otra cosa, es probable que la polémica inaudita que se ha levantado en España por las fotos de la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, tenga más que ver con ese morbo, con la inagotable ansia sexual que nos guía y que no se supera ni disminuye por mucho que avancen los tiempos, que con cualquier otra cosa.
También en esto, además, no hay diferencias entre izquierdas y derechas, pero, desde luego, cualquiera podrá concluir que han sido mucho más sinceras las protestas de la derecha rancia que las de la izquierda serigrafiada y pegatinera. Los segundos han visto en las fotos la venganza de aquellas críticas al Gobierno, cuando las ministras socialistas aparecieron en Vogue, con pieles de leopardo y tacones de aguja. ‘Donde las dan las toman’, dicen, pero nada tienen que ver unas fotos y otras. Éstas de Soraya son más simples, son fotos que la protagonista pretende que sean sensuales, eróticas, y como tal deben analizarse. Por eso han sido más sinceras las críticas que se han oído desde la derecha rancia: «¡Así no se viste una mujer decente!», se les ha oído clamar. Otros la han comparado con la concejal de Lepe que salió en pelotas. En fin, todo el mundo sabe que no hay parangón, que la lepera se desnudó en la playa y no habrá jamás en internet una foto de un político andaluz con más descargas que aquella. En todo el mundo.
Lo cual que, como los argumentos esgrimidos a izquierda y derecha no parecen interesantes, al final lo mejor es ponernos a pensar si, en realidad, es bueno o malo para un partido político que alguno de sus dirigentes se insinúe en una fotos. Si hacemos la pregunta entre los políticos, e incluso entre los analistas políticos, la respuesta mayoritaria será que, en efecto, una imagen así es perjudicial para un partido político, porque transmite frivolidad, nada trascendente, nada serio. Parafrasearían el viejo lema, «¿votaría usted a ese hombre, a esa mujer, después de verla desnuda?».
Por ejemplo, de unos años a esta parte, el personal celebra la Navidad con calendarios en los que todo dios sale en pelotas. «La asociación de madres del barrio de San Bartolomé se desnuda para recaudar fondos para unos columpios nuevos en el parque». Y en este plan, los policías locales, los bomberos, los del equipo de futbito, los del club de ajedrez, los de la peña… Ha habido escándalo por las fotos de la portavoz del PP, sí, pero ¿estamos seguros de que también la sociedad se escandaliza de que una política salga con los pies desnudos y un vestido negro?
(Foto: Luis Malibrán)
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