Rivalidad
Fue Borges quien alertó sobre la terrible certeza de que hay que elegir bien a nuestros enemigos porque, al final, acabamos pareciéndonos a ellos. En la política española, que desde hace cuatro años proyecta un empate infinito, una rivalidad equilibrada en la que ningún partido logra hacerse con una mayoría clara, es probable que haya anidado una desazón similar entre el personal cuando contempla la escena. La cuestión es que, como tampoco han desaparecido viejos vicios y rivalidades, como tampoco se ha esfumado el cainismo y las banderías, nos encontramos ahora con una situación peculiar, un electorado menguado y radicalmente dividido. Quienes tienen decidido votar están claramente identificados con una de las opciones, mientras que el resto, sencillamente, se da media vuelta porque no encuentra ni diferencias ni alicientes. Como decía una chirigota de Cádiz, “Cuando pierda Rajoy, brindaré con vosotros/ pero qué mala suerte, si al final sale el otro”.
Esta rivalidad sin límites ni salidas sorprende incluso fuera de España, como le acaba de ocurrir al Financial Times al contemplar la campaña electoral española. “Desalentadora”, dice el periódico británico. El desaliento se lo provoca, precisamente, la oferta electoral, tener que elegir entre un tipo que se ha vuelto aburrido como Rodríguez Zapatero y un tipo gris, un líder sin brillo, como Mariano Rajoy. “Unos quieren sobornar a los votantes y otros quieren atemorizarlos”, resume el periódico. De todas formas, lo más interesante es la estupefacción que produce observar cómo España, después de completar el periodo de mayor prosperidad de su historia reciente, se dispone a tirarlo todo por la borda. Esto es interesante porque estamos hablando ya de un malditismo histórico, una constante. Los viejos demonios de España, como lloraba Gil de Biedma. Un país en el que el mal gobierno y la pobreza son estados místicos del hombre.
¿Nos encontramos en esa coyuntura histórica, en un tris de abandonar las expectativas, de arruinar otra vez el futuro, de dilapidar los quince años de mayor crecimiento económico y mayor redistribución de la riqueza, como señala el Financial Times? Como el pesimismo es uno de los estados más razonables del alma cuando se contempla España desde su historia, pensemos que las encuestas, que tantas veces se equivocan, van a acertar en esta ocasión. Que PP y PSOE sumarán, por primera vez, más del noventa por ciento de los escaños del Congreso y que, sin embargo, serán los nacionalismos del norte, más menguados que nunca, quienes impongan su lógica insolidaria y sus intereses desquiciados.
La rivalidad tribal impide los pactos para la mayoría y, sin acuerdos entre el PSOE y el PP, sólo nos queda, como hasta ahora, seguir caminando despreocupados hacia un precipicio que sólo se atisba desde fuera: “Gane quien gane el domingo tendrá que gastar los siguientes años limpiando un desastre económico de una escala nunca vista en España en los tiempos modernos".
Esta rivalidad sin límites ni salidas sorprende incluso fuera de España, como le acaba de ocurrir al Financial Times al contemplar la campaña electoral española. “Desalentadora”, dice el periódico británico. El desaliento se lo provoca, precisamente, la oferta electoral, tener que elegir entre un tipo que se ha vuelto aburrido como Rodríguez Zapatero y un tipo gris, un líder sin brillo, como Mariano Rajoy. “Unos quieren sobornar a los votantes y otros quieren atemorizarlos”, resume el periódico. De todas formas, lo más interesante es la estupefacción que produce observar cómo España, después de completar el periodo de mayor prosperidad de su historia reciente, se dispone a tirarlo todo por la borda. Esto es interesante porque estamos hablando ya de un malditismo histórico, una constante. Los viejos demonios de España, como lloraba Gil de Biedma. Un país en el que el mal gobierno y la pobreza son estados místicos del hombre.
¿Nos encontramos en esa coyuntura histórica, en un tris de abandonar las expectativas, de arruinar otra vez el futuro, de dilapidar los quince años de mayor crecimiento económico y mayor redistribución de la riqueza, como señala el Financial Times? Como el pesimismo es uno de los estados más razonables del alma cuando se contempla España desde su historia, pensemos que las encuestas, que tantas veces se equivocan, van a acertar en esta ocasión. Que PP y PSOE sumarán, por primera vez, más del noventa por ciento de los escaños del Congreso y que, sin embargo, serán los nacionalismos del norte, más menguados que nunca, quienes impongan su lógica insolidaria y sus intereses desquiciados.
La rivalidad tribal impide los pactos para la mayoría y, sin acuerdos entre el PSOE y el PP, sólo nos queda, como hasta ahora, seguir caminando despreocupados hacia un precipicio que sólo se atisba desde fuera: “Gane quien gane el domingo tendrá que gastar los siguientes años limpiando un desastre económico de una escala nunca vista en España en los tiempos modernos".
Etiquetas: Elecciones, España
3 Comments:
Ha ganado Zp con la ayuda inestimable de Sevilla, la "alegría" como ha dicho Zapatero, el embustero. A ver cuando se entera El Chaves que las elecciones en Andalucía se tienen que celebrar a parte del Prisoe y desde luego que no seamos el voto cautivo para los nazionalistas. Desde Andalucía urgentemente cambiemos la Ley Electoral.
Para impulsar el cambio de la ley electoral, una pagina independiente está pidiendo firmas:
www.cambiemoslaleyelectoral.es
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