Inmigrantes
La vida de Romulus Nicolae Mailat, un joven rumano, de 24 años, saltó a la fama la noche que se cruzó, cerca de la estación de ferrocarril, con Giovanna Reggiani, una romana de 47 años, casada con un almirante de la Marina italiana. Romulus era un raterillo de poca monta de la estación de ferrocarril de Tor di Quinto, a dos pasos del campo de chabolas en el que vivía, en las afueras de Roma, junto a un vertedero. Allí se cruzó con Giovanna cuando bajó del tren y le quitó el bolso. La mujer se resistió. «Ha provato a difendersi con tutte le sue forze», decían los periódicos. Romulus intentó zafarse hasta que, finalmente, la golpeó bruscamente en la cabeza. La Policía la encontró en una la zanja de barro, moribunda. «Non parlava, non era cosciente». Dos días después, los periódicos italianos se conmovían con su muerte. “E' morta Giovanna Reggiani, la donna aggredita”, decían los titulares de letra negra y gorda, como si la tragedia la cantara Maria Callas. “E' morta la donna aggredita”. La alarma social, que siempre es una mezcla de miedo y de cabreo, llevó al entonces primer ministro, Romano Prodi, a elaborar, ese mismo día, un duro decreto contra la inmigración ilegal. Más contundente fue el alcalde de Roma, Walter Veltroni, actual líder del centro-izquierda italiano, que proclamó “el fin de la tolerancia".
Tras la izquierda italiana, la izquierda británica. Además de endurecer las medidas contra los inmigrantes que cometan delitos graves, otras muchas medidas: Sistema de puntos para obtener la ciudadanía, conocimiento de los valores y de la lengua inglesa, y hasta un ‘impuesto extra’ de 266 euros a los inmigrantes para “compensar el gasto extra en los servicios públicos que generan los extranjeros”. Con un discurso muy parecido a Veltroni, el líder de la izquierda británica, Gordon Brown dijo: «No se debe abusar de nuestra tolerancia y sentido de la justicia». Y añadió luego: «Debemos ser mucho más explícitos sobre los lazos, sobre los valores compartidos, que nos hacen más que una colección de gente, un país».
Tras el debate del otro día, en el PSOE andan preocupados con el efecto electoral de la inmigración. Para el próximo debate, dicen, Zapatero insistirá en los efectos positivos de la inmigración. O sea, como hasta ahora. Un dirigente socialista andaluz aporta en privado una reflexión interesante en este sentido: “El problema de mi partido es que muchos creen que cuando el PP presenta un programa de inmigración se dirige a las clases medias y altas, y es todo lo contrario, se dirige a las clases obreras, que son las que viven más de cerca el problema de la inmigración”. El cuestión, de acuerdo a ese análisis, es que la fórmula política elegida por Zapatero ante este asunto (también ante otros) consiste, precisamente, en no abordar el problema. Zapatero, como Chaves, tiene un pacto para cada problema, pero nunca una solución. Tiene un consejo asesor y un congreso multilateral, pero jamás una propuesta. Lo cual que el obrero que vive en barrios periféricos, que es quien tiene el problema, se queda con el marrón y, además, tiene que soportar que lo llamen racista.
Pero si la inmigración preocupa en España, como en media Europa, a la ciudadanía no es por el carácter racista del personal, sino por el miedo al descontrol, el vértigo de la inseguridad, el pánico de la regresión social. De ahí, que insistir en la obviedad de que la inmigración es necesaria y beneficiosa, como hace Zapatero, no lleve a ninguna parte. Se limitan a esperar que la vida de Romulus se cruce con la tragedia para aprobar un decreto de urgencia.
Tras la izquierda italiana, la izquierda británica. Además de endurecer las medidas contra los inmigrantes que cometan delitos graves, otras muchas medidas: Sistema de puntos para obtener la ciudadanía, conocimiento de los valores y de la lengua inglesa, y hasta un ‘impuesto extra’ de 266 euros a los inmigrantes para “compensar el gasto extra en los servicios públicos que generan los extranjeros”. Con un discurso muy parecido a Veltroni, el líder de la izquierda británica, Gordon Brown dijo: «No se debe abusar de nuestra tolerancia y sentido de la justicia». Y añadió luego: «Debemos ser mucho más explícitos sobre los lazos, sobre los valores compartidos, que nos hacen más que una colección de gente, un país».
Tras el debate del otro día, en el PSOE andan preocupados con el efecto electoral de la inmigración. Para el próximo debate, dicen, Zapatero insistirá en los efectos positivos de la inmigración. O sea, como hasta ahora. Un dirigente socialista andaluz aporta en privado una reflexión interesante en este sentido: “El problema de mi partido es que muchos creen que cuando el PP presenta un programa de inmigración se dirige a las clases medias y altas, y es todo lo contrario, se dirige a las clases obreras, que son las que viven más de cerca el problema de la inmigración”. El cuestión, de acuerdo a ese análisis, es que la fórmula política elegida por Zapatero ante este asunto (también ante otros) consiste, precisamente, en no abordar el problema. Zapatero, como Chaves, tiene un pacto para cada problema, pero nunca una solución. Tiene un consejo asesor y un congreso multilateral, pero jamás una propuesta. Lo cual que el obrero que vive en barrios periféricos, que es quien tiene el problema, se queda con el marrón y, además, tiene que soportar que lo llamen racista.
Pero si la inmigración preocupa en España, como en media Europa, a la ciudadanía no es por el carácter racista del personal, sino por el miedo al descontrol, el vértigo de la inseguridad, el pánico de la regresión social. De ahí, que insistir en la obviedad de que la inmigración es necesaria y beneficiosa, como hace Zapatero, no lleve a ninguna parte. Se limitan a esperar que la vida de Romulus se cruce con la tragedia para aprobar un decreto de urgencia.
Etiquetas: Elecciones, España, Ideología, Inmigración
8 Comments:
¿Y cual es la alternativa, el contrato neo-fascista que propone Rajoy?
EL CONTROL
EL CONTROL
EL CONTROL
Supongo Salvador que lo de neofascista se lo atribuyes tambien a la izquierda italiana y britanica??? O solo te limitas a hacerte eco de las consignas del PSOE??? Y si te atreves a pensar por ti mismo????
Attention!
pedro, te atreves tu?
Por cierto, no soy afiliado ni afin a ningun partido, precisamente por eso, por que pienso por mi mismo. Insisto, el contrato es fascismo puro y duro.
La masiva inmigración de los cuatro últimos años, por el norte y por el sur, ha desbordado todas las capacidades. Zp abrió las fronteras de par en par, una avalancha que colapsa Canarias y las costas andaluzas y a cada rincón; y la única solución que se les ocurrió fué trasladarlos a la Península y soltarlos, con un bocadillo y diez euros, en las plazas de las ciudades, que sin las gobierna el PP, mucho mejor: "Zp dejó el problema establecido, origen de conflictos, enfermedades y miserias".
Publicar un comentario
<< Home