El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

29 mayo 2006

Paciencia


El gran enigma de este mundo no son los números primos, como defiende mi amigo, sino la paciencia humana. Entender, en suma, cómo se administra ese bien preciado en las mentes; conocer cuándo y por qué hay veces que la paciencia no tiene límites y se transforma en permanente complacencia. ¿Qué puede conducir a una persona a convertir la prudencia y la confianza en una exasperante ceguera?

La paciencia como venda que oculta la realidad, sí. Hasta que un buen día, el personal se planta y decide que “hasta aquí hemos llegado”. Y entonces el cielo entero se derrumba, cae a plomo sobre las conciencias y el tipo paciente de ayer ya no atiende a razones. Se acabó.

Todo esto, cuando se refiere a un solo individuo, puede tener sus explicaciones psicológicas, sus causas freudianas, pero ¿cómo es posible que toda una sociedad entre en ese estado de ceguera? Un pueblo entero dispuesto a tragarse todos los días los sapos de su cruda realidad. No sé, lo del Nepal de hace unos días, por ejemplo. Hasta hace unos días, la gente se tiraba al suelo al paso del monarca, el rey Gyanendra, para untarse en la cabeza el polvo de la suela de sus zapatos. Y el rey, vamos a ver, vive en grandes mansiones, conduce helicópteros y coches de lujo, y se exhibe envuelto en joyas. Pero el personal ha seguido creyéndolo la reencarnación del dios hindú Vishnú. Y los niños, esnifando pegamento por las aceras, entre montañas de basura.

Lo raro no es que hace unas semanas, los nepalíes se levantaran y exigiera elecciones; el enigma está en la paciencia acumulada en estos años atrás. Cómo no haber entendido antes algo tan elemental como eso que dicen ahora en los reportajes, que “el rey es un hombre como cualquier otro y, si no respeta los derechos del pueblo, tendrá que irse”.

La paciencia, en fin, acaba cuando el pueblo se da cuenta de que el destino está en sus manos. Una obviedad simplona que siempre se nos escapa, y si Nepal nos parece lejano y desorbitado, a menudo podemos contemplar en nuestra sociedad ejemplos continuos de esa paciencia exasperable, convertida en conformismo ciego.

Quiere decirse que envidiamos continuamente las sociedades críticas porque en esa exigencia democrática radica la calidad, la eficacia y el buen gobierno. Y nos fustigamos con interpretaciones sesudas de conformismo, de herencias caciquiles subconscientes que atraviesan los regímenes. Nos preguntamos a diario qué sería de esta tierra con una sociedad más severa en sus juicios. Aunque ya hace años que un andalucista emigrado a Madrid sostuvo la polémica tesis de que si el destino del ser humano es trabajar para lograr una mayor calidad de vida, por qué nos obstinamos en buscar que un andaluz, que encuentra la calidad de vida nada más pisar el poyete de su casa, tenga el mismo carácter que un finlandés.

8 Comments:

At 29 mayo, 2006 14:10, Anonymous Anónimo said...

"La alegría,
consiste en tener salud
y la mollera vacía".
Manuel Machado.

"Andazulía
consiste en el Canal Sur
y la mollera vacía".
Manuel Chaves

 
At 29 mayo, 2006 14:45, Anonymous Anónimo said...

Muy agudo, anónimo, muy agudo. Siempre se ha dicho que los personajes se acaban pareciendo a sus caricaturas y con Chaves ocurre por partida doble, cada vez se parece más al guiñol que no para de equivocarse y la Andalucía que nos vende es esa Andazulía también del guiñol. Como tu bien dices, Andazulía, mucho Juan y Medio en Canal Sur y la mollera vacía.

Laura.

 
At 29 mayo, 2006 17:52, Anonymous Anónimo said...

Criminales palabras pronunciadas ayer en Mallorca por el senador del PNV, Javier Maqueda:

"EL QUE NO SE SIENTA NACIONALISTA NO MERECE VIVIR".

(más información en el blog de Arcadi Espada)

 
At 29 mayo, 2006 20:33, Anonymous Anónimo said...

El Nepal me pilla lejos, amigo Javier. Sin embargo, ayer mismo en tu pueblo y el mío, más cerca pero con no menos cuestas; un concejal de la ¿oposición? me comentaba el pregón de feria que había dado no se quién. ‘¿Y a cuánto nos ha salido?’, le pregunté. ‘Bueno, no se. No creo que mucho... me voy a enterar. Pero vamos, que yo después del pregón sólo me tomé una copa y me fui. Por hacer acto de presencia, tu sabes’. Portería vacía y balón botando, de tacón: ‘Es para lo poco que servís, tu y la mitad de la cuadrilla, para hacer acto de presencia’. Estos personajes inanes, enfrentados a su inanidad, es cuando dan su verdadera talla: va y paga la copa que me estaba tomando.

Pequeños desahogos que evitan que la paciencia se transforme en complacencia. (Con tu permiso también desfogo aquí.)

 
At 29 mayo, 2006 20:40, Anonymous Anónimo said...

Panduro, de qué pueblo sois tú y el autor? Me gustaría saberlo por curiosidad. De todas formas, de acuerdo contigo en que hay que perseguir a los gorrones, sobre todo si son gorrones con dinero público. Cuántos profesionales del canapé hay en política?

 
At 29 mayo, 2006 20:57, Anonymous Anónimo said...

De Alcalá de Guadaira.

El problema no es que sean profesionales del canapé, sino que SÓLO son profesionales del canapé.(Canapé entendido como eufemismo)

 
At 29 mayo, 2006 21:14, Anonymous Anónimo said...

Gracias. Canapé entendido como eufemismo, como metáfora y como realidad. Que se ponen algunos de gordos que no caben....

 
At 29 mayo, 2006 23:01, Blogger canalsu said...

Muy sencillo, Javier. Aquí, lo que hay son números para primos.

 

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