Modestia
Hay dos conceptos morales en los que la clase política suele patinar. Frecuentemente, además. La modestia y la dignidad. No hay manera. La modestia de la persona y la dignidad del cargo que ocupan. Los dos conceptos suelen malentenderse, quizá porque se confunden; quizá porque se interpretan bajo los efluvios del poder, que son emanaciones ebrias como de una borrachera de champán; o quizá, sencillamente, porque se desconocen. El caso es que la confusión de estos conceptos es una las metamorfosis más interesantes que sufre un individuo cuando se instala en un despacho oficial. Al poco, lo difícil será reconocerlo.
No es nada nuevo, desde luego. En su libro de ‘Recuerdos y olvidos’, Francisco Ayala detalla un episodio desconcertante con Manuel Azaña. Ambos se conocían de las tertulias literarias de Madrid, antes incluso de que Azaña se dedicara de forma triunfal a la política. Disfrutaban, por tanto, de un trato amistoso y colega. Poco antes de que estallará la Guerra Civil, decidió Ayala aceptar la invitación de algunos países sudamericanos para dar una serie de conferencias y le pareció oportuno, en momentos tan tensos como aquellos, comunicárselo personalmente a su amigo Azaña, presidente de la República, y de paso, ofrecerse para cualquier gestión que se precisara. Pidió audiencia, y, pasado un tiempo, recibió una llamada de la Presidencia. El presidente había accedido a su petición, pero le recordaban que, según el protocolo dispuesto por Azaña, para visitarle debía ir vestido de frac.
El frac aquel de Manuel Azaña se ha perpetuado, andando el tiempo, en los palacetes en los que viven los presidentes autonómicos, pensando que en ello va la dignidad de la institución, o en la proliferación de coches oficiales y tarjetas visa, con la certeza de que en ello va la dignidad del cargo. Y no se repara en que, lo esencial de una institución y de un cargo público, es alcanzar la dignidad a través del ejemplo. De la sencillez. El concepto de servicio público, o sea.
Sucede, además, que de ahí, de la confusión de la dignidad institucional, se pasa directamente a la equivocación de la modestia. Este diputado del PSOE, por ejemplo, que fue ponente de la muy polémica Ley de viviendas de protección oficial de la Junta de Andalucía. Después de fustigar con reiterados desprecios a los afectados, que si especuladores, que si aprovechados, ahora se descubre que él mismo tenía seis propiedades inmobiliarias, casa, garajes, locales y tal, de protección oficial. Y para defenderse, dice, en un arranque de modestia: «Todo lo he comprado con el esfuerzo de mi trabajo y el dinero de mis ahorros».
¿Y cómo creerá que llegaron a adquirir sus propiedades los miles de afectados por la Ley de la que él fue ponente? ¿Por qué están que trinan esas gentes, si no es porque han metido sus ahorros en un ‘corralito legal’, del que no pueden escapar? En fin, que no es modestia lo de ese diputado aunque lo pretenda. Se llama desahogo. Y, acaso, cinismo.
5 Comments:
Con el esfuerzo de mi trabajo y el dinero de mis ahorros, dice el prenda.
¿No querías ejemplaridad? Pues ahí llevas un ejemplo de productividad y otro de ahorro.
¡Qué sabremos nosotros del difícil eqilibrio entre dignidad y modestia!
-----------
Si patinan con los conceptos de dignidad y modestia, ¿qué decir con el de esfuerzo? Eso ya no es desahogo, o cinismo, es, directamente, falta de respeto.
Una pregunta. ¿ De que diputado estamos hablando ?.
Gracias,
Cebrian (PSOE-Huelva)
Hi
http://alprazolam-moza.blogspot.com/
Don`t forget
Hi
Great site. Keep doing.
Very much interesting site. You have to look at this too.
I know another good sites:
http://clonazepam.butkel1.org/ clonazepam
Aufiderzein!
Publicar un comentario
<< Home