El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

28 marzo 2012

Adormidera


Esta vez, a diferencia de lo que ha venido ocurriendo por sistema en el Parlamento de Andalucía, no habrá un dirigente del PSOE que se suba a la tribuna del Parlamento para ensayar el guiño rebelde y burlón del «decíamos ayer», dirigido a los escaños de su principal oponente. Ya sé que eso es, justamente, lo que parece; que nada ha cambiado en la política andaluza y que, por muchas que sean las justificaciones que se busquen en el PP, la única realidad constatable en política es el poder, el gobierno que podrá seguir disfrutando el Partido Socialista después de haber perdido las elecciones andaluzas. Pero no habrá un «decíamos ayer». No, no podrá entonarlo Griñán por mucho que, como 'ser político', haya nacido -no renacido, sino nacido- este domingo pasado; por mucho que esta victoria le facilite el camino como líder en el PSOE después de haber estado desahuciado y liquidado por los compañeros adversarios, por los compañeros amigos. Por todos… La diferencia con otras etapas radica en que la gestión de esta 'dulce derrota' puede ser mucho más complicada y perniciosa para el PSOE de lo que ahora parece; más tortuosa incluso de lo que ahora se puede sentir por el efecto adormidera, el relax inmenso que, lógicamente, recorre el cuerpo socialista tras haber logrado sobrevivir al domingo electoral.

Cuando pase ese efecto, el PSOE se enfrentará a una realidad que siempre ha esquivado. De hecho, el PSOE de Andalucía nunca ha gobernado con Izquierda Unida, siempre ha renegado de esas alianzas de la «izquierda plural» que ahora se bendicen. En las tres ocasiones en las que el PSOE ha tenido que gestionar una mayoría parlamentaria insuficiente, ni siquiera se ha planteado la posibilidad de ofrecer un acuerdo de gobierno o un pacto de legislatura a Izquierda Unida: para ese trabajo de apoyo a la mayoría, bastaban los tres o cuatro diputados del Partido Andalucista. Esa sería, sin variar ni un ápice, la apuesta que el PSOE estaría realizando ahora de nuevo si tuviera la más mínima posibilidad. Pero ni ha ganado las elecciones para imponer un discurso de fuerza mayoritaria ni tiene otra salida parlamentaria que la de implorar el apoyo de IU para que no ocurra aquí como en Extremadura.

Por las primeras reacciones de los dirigentes de Izquierda Unida tras las elecciones, parece claro que los dirigentes de esa formación ni olvidan el pasado de repulsa ni se dejan ahora atrapar por la fascinación antigua de los cantos de sirena de la 'casa común' y la unidad de la izquierda. Uno de los futuros diputados de esa coalición ya ha dicho que «antes de hablar de pactos», el Parlamento debe aprobar una comisión de investigación sobre el escándalo de los ERE. Otro diputado ha añadido que un gobierno de izquierdas en la Junta de Andalucía debe tener claro «que para salir de la crisis hay que adoptar medidas anti sistema». Debe faltar ya poco para que, en el primer amago de negociación, se soliciten partidas de gasto nuevas, extraordinarias, que exigirán una modificación profunda del presupuesto. ¿Cómo reaccionará el PSOE si, en el primer pleno parlamentario, Izquierda Unida aprueba, con el apoyo del PP, una comisión de investigación de los ERE? ¿Puede asumir la crítica situación financiera de la Junta de Andalucía nuevas exigencias de gasto?

La última vez que el PSOE se encontró en una situación parecida, el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, resolvió la encrucijada con un portazo: disolvió el Parlamento a los dos años y convocó elecciones. Ya veremos cómo acaba esta legislatura.

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