Eufemismos
Ninguna figura retórica define mejor el significado de lo políticamente correcto que el eufemismo. Es más, el eufemismo es la piedra angular sobre la que se edifica esa nueva ideología, o mejor, esa nueva forma de hacer política. Un eufemismo es una huida de la realidad, una interpretación distorsionada de la tolerancia, una visión magullada del respeto y la diversidad; el eufemismo es, según la definición académica, una “manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante” y esa, en suma, es la sustancia de la que está hecho todo lo políticamente correcto. Primero se empieza por no llamar a las cosas por su nombre, luego se sigue por no reconocer la realidad y se acaba instalado en un mundo que no existe en el que no hay cárceles (establecimientos penitenciarios), ni exámenes de selectividad (pruebas de acceso) ni prohibiciones (comportamientos desaconsejables). Nada se denomina por su nombre y, en consecuencia, nada de lo que se diga es lo que parece.
En la sesión de ayer del Parlamento de Andalucía, el presidente Griñán se deslizó a gusto por ese tobogán de eufemismos para justificar que lo que vemos no es lo que parece. Los recortes no son recortes sino aplazamientos; la carretera o el colegio o el hospital que se iba a hacer en cinco años se va a hacer en diez o en quince, ya veremos, pero no se renuncia a la carretera. Es evidente que lo que quiere decir el presidente es que todos a todos los proyectos se les va a recortar el presupuesto, con lo que van a tardar más tiempo en ejecutarse, pero como resulta que la palabra “recorte” se ha vuelto tabú en el vocabulario socialista (de la misma forma que en su día lo fue la palabra “crisis”), el personal se ve obligado a unos ejercicios de ridícula retórica justificativa. Llega el tiempo de las palabras inventadas para una nueva campaña de imagen, ‘la temporalización de los proyectos en ejecución’, un poner.
Cualquier eufemismo es válido para no admitir que los recortes son ciertos y que, además, se producen, de nuevo, en lo que interesa a la sociedad; ninguno de ellos afectará de forma tan traumática a la burocracia política. La mala noticia para los estrategas del eufemismo es que, como otras veces, la realidad se puede camuflar pero no con eso no se consigue eliminarla. En la valla verde que rodea a un colegio público de Sevilla han colocado dos carteles. Uno, el más grande y llamativo, debe pertenecer, por la grafía, a una campaña posterior a las famosas obras del Plan E, sólo que ahora se llama “ES” Economía sostenible. “Fondo Estatal para el empleo y la sostenibilidad social”, tres millones de euros para “mejoras en los aseos y pinturas en los colegios públicos de Sevilla”. El otro cartel, justo al lado, es una cartulina pintada a mano por los padres. “¡Nuestros hijos están en peligro! Queremos techos seguros para septiembre”. En cuatro meses, se han derrumbado dos techos y los que quedan, de uralita, (¡de uralita!) están tan mal que lo de menos son las goteras en invierno. Según la teoría de Griñán, en este colegio no hay recortes sino ‘una reordenación planificada de los proyectos en ejecución de acuerdo a los recursos presupuestarios’. De hecho, lo que no faltará serán los cheques-libro y los ordenadores gratis, con su mochilita verde y el anagrama de la Junta de Andalucía. Dirá Griñán lo que le parezca, pero la realidad es más elemental y no se puede camuflar: los techos se caen. Punto.
Foto: http://carlosesteverozas.blogspot.com/2009/08/eufemismos.html
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home