Fatiga
Tiene razón el ministro. Hay una sensación grande de fatiga después de un accidente como el de Granada. Fatiga de boca seca, con la garganta llena de polvo y las lágrimas embarradas resbalando por la mejilla. Fatiga de insomnio, cuando por la noche el reloj se ha detenido en las tres y cuarenta minutos de la tarde y repite, una y otra vez, el instante aquel, un estruendo de hierros y un alarido que se pierde en el vacío. Fatiga.
La tragedia del desastre se encadena a la pesadilla de los hechos repetidos. El desaliento de las mismas situaciones que conducen al mismo desastre. En aquel viaducto, los obreros muertos los ha puesto la subcontrata portuguesa de una subcontrata gallega de la Unión Temporal de Empresas que ganó el concurso. Será o no la causa, pero resulta extenuante que más del cincuenta por ciento de los muertos en accidentes de la construcción sean trabajadores de subcontratas. Fatiga, reiteración sin remedio, sí. «Eram cinco portugueses. E trabalhavam ali, na construção da Auto-estrada do Mediterrâneo, entre Málaga e Almeria, em Espanha», comenzaba ayer su crónica El Correio da Manha. Eran portugueses, pero trabajaban allí.
La tragedia de Granada, es verdad, se explica por la fatiga, el cansancio, el hartazgo de las palabras reiteradas. Se lo oí una vez al secretario regional de UGT, Manuel Pastrana, y en la contundencia de aquella frase me quedé. «Esta mañana, cuando me he mirado al espejo, oyendo las noticias de un nuevo accidente laboral en Andalucía, me he dicho: Se nos ha caído el discurso. ¿Vamos, otra vez, a hablar de medidas de prevención y bla, bla, bla?». Es eso, claro, la pesadez de la excusa. Pero ocurre, Pastrana, que ha pasado ya más de un año desde aquella frase, se han sucedido los convenios y los acuerdos de concertación entre la administración y los sindicatos, y ante el espejo sólo suena el mismo bla, bla, bla.
Y vuelve a prometer el ministro tras el desastre un aumento de la plantilla de inspectores de trabajo, sin reparar siquiera en que la vergüenza es tener que admitir que para toda la provincia de Granada sólo hay trece inspectores de trabajo. Sólo en jefes de prensa y asesores, en esa misma provincia, la administración de la Junta de Andalucía multiplica esa cifra. Ese es el disparate que se esconde tras el bla, bla, bla. Y ese es el cansacio, la fatiga.
«Em muitos casos que conhecemos, os operários que vão para o estrangeiro acabam por ser vítimas da ganância de quem procura mão de obra a preços, quanto mais reduzidos melhor, sacrificando a segurança», clamaba ayer el Sindicato de la Construcción Civil del distrito de Braga. Mano de obra joven, cuanto más jóvenes mejor, sacrificando la seguridad. «A segurança», uff. Decía Fernando Pessoa que el portugués es la lengua que está más cerca del corazón. Quizá porque tiene el aire de una lengua cansada. Fatigada.
(Publicado el 9 de noviembre de 2005 en EL MUNDO de Andalucía)
1 Comments:
Ehhh, bienvenido a la blogosfera, Javier. Te escucho y te leo. Una vez que entres en este mundo ya no podrás salir...jejejeje
EL CAPITAN TRUENO
Publicar un comentario
<< Home