Pereza intelectual
De hecho, lo peor de la investidura de José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía es que sólo desde la pereza intelectual se puede sostener que es posible ofrecer un cambio de gobierno sin que cambie ninguna política. Y Griñán dijo en los primeros minutos de investidura que llegaba a la Presidencia de la Junta con la decisión de “representar el cambio” y, veinticuatro horas después, se ha marchado del debate sin haber esbozado siquiera ni un solo cambio en el gobierno de la Junta. Hacer una tortilla sin romper los huevos es imposible; hacer una tortilla sin huevos es una falsedad. Prometer un cambio sin cambios es, a corto plazo, maquillaje y apariencia y, a largo plazo, un fraude político. El nuevo presidente, por increíble que parezca, ha dejado pasar la investidura sin anunciar nada, sin prometer nada, y si persiste en ese camino muy pronto no será más que la sombra de otro. Eso sí, tiene garantizado el aplauso de los culiparlantes socialistas y de la legión de agradecidos de la administración andaluza porque esos, todos, viven de la pereza intelectual.
A Griñán, en suma, le urgen las reformas antes de que la inercia lo devore. Siquiera porque, como habrá comprobado ayer, ni él ni su gobierno van a gozar de cien días de confianza por parte de la oposición que ya lo presenta como un simulacro de cambio. En eso, Javier Arenas y Diego Valderas eligieron la misma estrategia: un bombardeo de preguntas para que el candidato a presidente se bajara del columpio, ese balanceo continuo de las llamadas al consenso y al pacto. Pero Griñán no contestó a ninguna. Nada. No contestó ni a las grandes cuestiones (¿va a convocar elecciones separadas?) ni a las pequeñas (¿va a vivir en San Telmo?). Nada. Ni detalló sus grandes conceptos de desterrar del gobierno la soberbia y el sectarismo, ni explicó cómo piensa acabar con las miserias del régimen que hereda, como el castigo del disidente allí donde se encuentre, en el colegio, en el hospital, en la empresa, o el uso de la publicidad institucional para domesticar a los medios de comunicación. Nada. En medio del bombardeo, Griñán ayer se conformaba con resistir los golpes, el pimpampúm de Arenas cuando lo llamó, sucesivamente, presidente tutelado, presidente por herencia, presidente impuesto, presidente sin peso político, presidente sin apoyo ciudadano, presidente de corto recorrido… “¿Habrá en esta legislatura una tercera toma de posesión?”, dejó Arenas en el aire.
Lo que hizo Griñán fue citar a Aureliano Buendía para reclamar el respeto a las reglas del juego. Pero hay otra cita de ‘Cien años de soledad’ que le viene mejor al debate, aquella vez que la enfermedad del insomnio asoló Macondo y nadie recordaba nada. Para ponerle remedio, Aureliano Buendía se hizo con un hisopo entintado para marcar las cosas (mesa, silla, cama, cacerola…) e incluso para explicar su funcionamiento: “esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche”. Lo mismo vamos a tener que hacer con Griñán. Contra el insomnio, señalamos con tinta la soberbia, al abuso, el despilfarro y el sectarismo. Para que los identifique. Y contra la pereza intelectual, le ponemos carteles a la economía, la salud o a la educación. Porque, como la vaca de Macondo, hay que ordeñarlas todos los días para que produzcan leche.
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