Días de euforia en el PP. Tras el acuerdo suscrito en el Congreso para la reforma de los Estatutos, las escenas que se hayan podido ver entre las bambalinas han debido marcar época. Porque hasta llanto de emoción ha habido por parte de algunos diputados. Sobre las tablas del escenario, el presidente del PP de Andalucía, Javier Arenas, tampoco disimula la satisfacción ni se detiene en matices cuando valora el acuerdo. Por ejemplo, esta afirmación, la más repetida desde que se cerraron las negociaciones. Dice Arenas: “Es el acuerdo más complicado de cuantos he participado en mi vida política y también el que tiene más trascendencia para el futuro de Andalucía y de España”. La afirmación no es cualquier cosa teniendo en cuenta que los otros acuerdos a los que se refiere son sobre cuestiones nada desdeñable: el pacto antiterrorista, el acuerdo de las pensiones o la reforma laboral. Aún así, Arenas se ratifica.
EL ACUERDO DEL ESTATUTOYo nunca me he planteado un escenario en el que no fuera posible un estatuto de consenso porque me parecía que le creábamos un problema a los andaluces. Aquí no hay ningún problema de identidad, todos aceptamos que somos andaluces y españoles, y que aceptamos el autogobierno dentro de la Constitución. Desde esa base aceptada por todos, ir a una confrontación con el Estatuto hubiera sido de una irresponsabilidad absoluta. (…) Todo cambia cuando, en el Congreso, a principios de septiembre, el grupo socialista enmienda de golpe 87 artículos del Estatuto para hacerlos constitucionales. Es decir, el PSOE en el Congreso los enmienda en la dirección que el PP estaba exigiendo desde que se presentó aquel borrador en el Parlamento andaluz. Dicho de otra forma. Está claro que había un ‘pacto de hierro’ entre el PSOE e IU en el Parlamento andaluz que salta por los aires cuando el Estatuto llega al Congreso. De forma paralela a esa ruptura, lo que nos encontramos es que entre los socialistas del Congreso había más receptividad a las posiciones y propuestas del PP que en el Parlamento andaluz.
Ha habido dirigentes del PSOE que han soñado con esa posibilidad de un 28 de Febrero contra el PP. Lo que ha pasado, lo que ha influido en la posición final del PSOE es que reproducir aquello es prácticamente imposible. Para empezar, quien gobierna ahora en Madrid es el propio PSOE, Rodríguez Zapatero, y los agravios se producen por el Estatuto que se ha aprobado para Cataluña. Pero es que, además, el PP de la actualidad no es la Unión de Centro Democrático que se opuso al referéndum andaluz. Dicho todo esto, también le admitiré que el centro derecha andaluz también lleva muchos años soñando con un acuerdo como este que nos permita enterrar el capítulo de la confrontación de aquel 28 de febrero.
SOBRE EL DISCURSO.
AL PP SE LE ROMPE EL “ESPAÑA SE ROMPE”Yo no coincido con esa apreciación de que, por el acuerdo en el Estatuto andaluz, se rompe el discurso nacional del PP. Por varias cuestiones. Antes que el Estatuto andaluz, el PP ha votado que sí al Estatuto valenciano, al estatuto aragonés y al estatuto balear. Luego el estatuto andaluz será el cuarto que votemos favorablemente. Añada usted a todo ello que, de esos cuatro estatutos, el andaluz es el único que incluye una referencia expresa a la unidad indisoluble de la nación española. A parte de todo, le diré algo más. Yo nunca he sido partidario de estas reformas. De hecho, si yo hubiera sido presidente de la Junta de Andalucía no hubiera impulsado esta reforma el Estatuto. Pero una vez que otros plantean la reforma, mi obligación era intentar consensuarla y hacerla constitucional. Yo no podía mirar para otro lado.
SOBRE LAS PROTESTAS INTERNASEl PP de Andalucía tiene 130.000 militantes y es probable que haya algunos que tengan dudas. Lo que yo capto es que los dirigentes del partido están entusiasmados, como los alcaldes, los concejales y los diputados. En este último año, he podido hablar del Estatuto con cuatrocientas o quinientas personas, y el noventa por ciento eran favorables a un acuerdo. Otra cosa es que algunos están empeñados en afirmar que nosotros hemos pactado lo que no hemos pactado. Me refiero a quien afirma estos días que el PP ha aceptado definir Andalucía como realidad nacional. Lo dicen y hay militantes que se inquietan… En fin, tendremos que explicarlo mucho más, porque decir eso es rotundamente falso.
Además, yo, en esto, tengo un problema, que mi tendencia natural es hacia el acuerdo y el consenso. Y en este asunto del Estatuto, se daba la circunstancia de que coincidía en el mismo sentido ni ánimo político, ni reflexión intelectual y mi actitud ante la vida. Hay quien puede pensar que lo mejor es la confrontación diaria y sistemática
Pero si el PP hubiera votado en contra de un Estatuto que habla de la unidad indisoluble de España y que es plenamente constitucional, hubiéramos conducido a nuestro partido y a nuestros votantes a un callejón sin salida. Un viaje sin retorno. Hubiéramos corrido un riesgo gravísimo de situar al PP en la marginalidad. Con este acuerdo, nos hemos quitado veinte años de encima. Era como si el PSOE tuviese la exclusividad de la defensa de Andalucía. Pues bien, esa exclusividad se ha terminado para siempre. Y lo que a continuación se abre es el camino de un andalucismo constitucional, en torno al centro político.
SOBRE EL FUTURO AUTONOMICOEn el sistema de financiación autonómica, tras el estatuto andaluz, se ponga como se ponga el nacionalismo catalán, el sistema futuro no tendrá más remedio que aprobarse en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Es decir, entre todos. Otra cosa son las inversiones del Estado. Porque el Estatuto catalán, en efecto, exige que se realicen de acuerdo al PIB catalán, mientras que el andaluz exige que se realicen de acuerdo a la población. Y baleares pedirá como referencia la insularidad, y Castilla y León, la extensión territorial; Galicia la dispersión población y la demografía… Cuando acumulemos los preceptos de inversión de cada autonomía, se llegará a la conclusión de que son absolutamente incumplibles porque no cabe todo. Sabemos además que, al final, sobre estas leyes orgánicas prevalece una, que se aprueba anualmente en las Cortes: los presupuestos generales del Estado. Al final, diga lo que diga el Estatuto, las inversiones del Estado en Andalucía se decidirán todos los años de acuerdo a la presión que realice el Gobierno andaluz ante el Gobierno de España. Pero no tendrán que ver con lo que dice el Estatuto.
Las tensiones territoriales en España sólo se solucionarán el día que exista un gran pacto de Estado entre el Partido Popular y el PSOE, con reforma de la Constitución incluida para fortalecer los poderes del Estado, para pararle los pies al nacionalismo insolidario.
SOBRE ENSEÑANZA LAICA Y MUERTE DIGNATambién en estos aspectos, lo que ha logrado el PP es una referencia expresa en el Estatuto a la religión católica y una clarísima redacción que dice que los padres tienen derecho a la elección del colegio de sus hijos de acuerdo a sus convicciones religiosas. Y hemos asimilado el concepto laico al concepto aconfesional que recoge la Constitución española. En cuanto a segundo asunto, el testamento vital y la muerte digna, se hicieron algunos cambios y, antes de votarlo, buscamos la aprobación de destacados miembros de la jerarquía eclesiástica, de dirigentes del foro de familia y de asociaciones de padres católicos.
El PP se define hoy como un partido de centro reformista, y yo creo que el centro reformista se puede sentir orgulloso con esas medidas porque son artículos que tienen muy en cuenta la realidad que vivimos, son respetuosas con la libertad individual y con la Iglesia, sabiendo siempre que una cosa es la Iglesia y otra es el Estado. Así que, en efecto, son propuestas centristas que, además, coinciden con un sentimiento muy mayoritaria de la sociedad española y andaluza.